La traducción o no de los nombres propios es una de las cuestiones que más dudas genera. ¿Quieres saber qué nombres propios deben traducirse y cuáles no? ¡Hoy te resolvemos todas tus dudas!
Recientemente la congresista Celia Villalobos era noticia por un curioso error que tuvo mientras daba una entrevista. Villalobos quiso hacer referencia a la candidata demócrata de las próximas elecciones estadounidenses y en el proceso, castellanizó su nombre. De este modo, Hillary Clinton se convertía en Hilaria Clinton. Esto no solo provocó una oleada de memes en las redes sociales, sino también hizo que la congresista apareciese en todos los medios debido a su error. Sin embargo, estos mismos medios han pecado muchas veces del mismo error, al no tener del todo claro qué nombres propios se pueden traducir y cuáles no. Por eso, hoy en Aire Traducciones queremos explicaros todo lo que necesitáis saber. ¡Tomad nota!
La traducción de los nombres propios: ¿cuáles deben traducirse?
En un mundo tan internacionalizado como el actual, parecería que esta pregunta tiene una fácil y pronta respuesta: no. ¿Por qué se debería traducir un nombre propio? En épocas pasadas la respuesta hubiese sido la contraria, pues lo cierto es que la totalidad de los nombres se traducían a su versión castellana. Sin embargo, la respuesta correcta no está ni en un extremo ni en el otro. Los nombres propios por regla general no se traducen, pero hay algunas excepciones que sí. ¿Sabes cuáles son?
¿Necesitas traducciones deportivas?
¿Estás seguro de que tu traductor de siempre sabe lo que es un jardinero derecho? Bueno, pues nosotros sí, quédate tranquilo.
(spoiler: es un right fielder, una posición defensiva en la alineación de Baseball)
Nombres propios de miembros de la realeza:
la traducción de nombres propios reales, incluye también a aquellas personas que sin ser parte de la realeza por nacimiento, lo son por matrimonio. Por ejemplo, un caso reciente lo tenemos en la realeza británica, pues Kate Middleton pasó a ser Catalina de Cambridge cuando se casó con el Príncipe Guillermo. La única forma de que una persona de la realeza conserve su nombre original es que este no tenga traducción al castellano. Por ejemplo, la princesa Mette-Marit o la reina Rania de Jordania.
Nombres propios que han hecho historia:
hay algunas personas cuya vida ha sido tan importante, que han pasado a la historia mundial. Y como su vida es estudiada a lo largo y ancho del planeta, su nombre es también traducido. Dentro de este apartado podemos encontrar personas como Julio Cesar, Cleopatra o Confucio. No obstante, aquí también se incluyen los nombres de personas que han hecho historia gracias a sus dotes artísticas como, por ejemplo, El Bosco o Miguel Ángel.
Nombres propios de Papas:
cada vez que un nuevo Papa toma posesión del cargo, este elige un nombre por el cual va a ser conocido. Este nombre, y no el suyo real, es el que se traduce a los diferentes idiomas para facilitar su pronunciación. Por ejemplo, el Papa Francisco es realmente el Papa Franciscus en latín o Pope Francis en inglés.
Nombres propios de ciudades o países:
la traducción de nombres propios no incluye únicamente aquellos pertenecientes a personas, sino también a los nombres de lugares. Para facilitar la pronunciación de dichos espacios físicos, se ha optado por su traducción. Y es que decir Zh?ngguó o Kalaallit Nunaat puede resultar un tanto difícil. Es mucho mejor hablar de China y Groenlandia, ¿verdad?
¿Y qué ocurre con los nombres propios asiáticos?
Seguro que más de una vez os habéis cruzado con alguna persona de origen asiático y os ha dicho un nombre de lo más castizo, ¿verdad? La mayoría de personas que vienen procedentes de Asia eligen un nombre castellano para facilitar la tarea de ser nombrados en nuestro país. Este nombre puede ser la equivalencia castellana del nombre asiático o simplemente ser uno elegido por la persona. Sin embargo, esto es algo que solo ocurre porque la persona así lo decide, pero un traductor no debe hacerlo.
Como hemos visto, lo más normal es que los nombres propios no se traduzcan. Sin embargo, hay ciertas excepciones a esa regla que debemos conocer si queremos hacer una buena comunicación. Esperamos que esta pequeña guía os haya dejado todo mucho más claro y no volváis a dudar ni cometer ningún error.