Traducir neologismos: ¿sí o no?

Traducir los neologismos: ¿si o no?

El lenguaje es algo vivo, prueba de ello es que con frecuencia surgen nuevas palabras para definir conceptos que antes no existían, a esto le llamamos neologismos. Muchos de ellos provienen de otro idioma diferente al nuestro, lo que nos lleva a preguntarnos: ¿debemos traducir los neologismos?

El trabajo diario de un traductor está lleno de desafíos y nuevas dificultades, una de ellas pasa por decidir si deben o no traducir las nuevas palabras, también conocidas como neologismos. Debemos de tener en cuenta que el lenguaje es un ente vivo, los cambios culturales y la aparición de nuevos conceptos producen que, con ello, nazcan también nuevas palabras para designarlos. Palabras como Crowfunding, hipster, friki, wearable, cookies, coworking, por poner algunos ejemplos, hace unos años, no existían.

Lo cierto, de hecho, es que la sociedad se transforma cada vez más rápido. Como consecuencia, tal es la cantidad de neologismos que surgen en la actualidad, que la RAE ha tenido que apresurarse a ofrecer la actualización de su banco de palabras con carácter anual.

Qué es un neologismo

Antes de seguir trabajando sobre la idea de si los neologismos deben o no traducirse, entendamos qué es un neologismo.

Un neologismo es, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua (DRAE), “un vocablo, acepción o giro nuevo en una lengua”. Es necesario distinguirlo de extranjerismo (“préstamo, especialmente el no adaptado”) y de tecnicismo (“cada una de las voces técnicas empleadas en el lenguaje de un arte, de una ciencia, de un oficio, etc.”), aunque podríamos decir que, muchas veces, los tres están íntimamente ligados entre sí.

Los neologismos, admitámoslo, tienen sus detractores. Hay quien cree que contaminan la autenticidad de la lengua o que, simplemente, es ridículo adoptar una palabra de otro idioma si podemos usar una que ya existe en el idioma de origen.

Al otro lado, hay que piensa que los neologismos forman parte de la riqueza de un idioma y que son algo natural.

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Traducir neologismos

Como recuerdan en la página oficial de la Unión Europea: “Como recursos para la creación de palabras, los neologismos poseen una triple faceta: ofrecen la posibilidad al traductor de adoptar recursos creativos, pero están condicionados por la lengua (sintaxis, composición, derivación…) y, además, deben ser funcionales (vocación de uso en la comunicación intralingüística).”

Lo que está claro, siguiendo con las indicaciones del mismo artículo, es que más allá de las aptitudes y cualidades del traductor, resulta aconsejable que este disponga de una metodología eficaz que le permita identificar esos términos, trasladarlos a la lengua término y autoevaluar su trabajo a partir de pautas preestablecidas.

Entonces… ¿traducimos neologismos o no?

Lo cierto es que no hay una metodología consensuada y la decisión como tal depende del traductor.

Ante esto, el profesional de la traducción puede adoptar varias posturas:

  • Mantener el neologismo
  • Mantener el neologismo con la palabra original pero explicar a continuación qué significa el término
  • Hacer una traducción literal del neologismo. Por ejemplo: ‘ratón’, ‘tableta’ (tablet) o ‘rascacielos’ (skycrapper).

Algo que deberíamos rechazar de partida es la tendencia que se está generando de añadir un prefijo o un sufijo en inglés a la palabra en español, por ejemplo “balconing”. En realidad aquí estamos desvirtuando la palabra sin generar una traducción precisa.

Una metodología para los neologismos

Para evitar faltas de calidad en la traducción y unificar un criterio, hay quien apunta a utilizar una «tabla de alerta» que nos aconseje cómo actuar frente a las traducciones de neologismos:

Tabla de alerta ante los neologismos

TLO (texto en lengua de origen)TLT (texto en lengua término)Preguntasí/no
  ¿Existe ya su equivalente en el idioma de destino? 
  ¿Cumple con las reglas morfológicas del idioma de destino? 
  ¿Es necesaria una nota aclaratoria? 
  ¿Se acomoda a las necesidades y peculiaridades de los destinatarios? 
  ¿Hay conflicto entre lo político y lo lingüístico? 
  ¿Se ha tenido en cuenta el contexto y la intención? 
  ¿Cumple los criterios de aceptabilidad lingüística? 
  ¿Cumple los criterios de aceptabilidad terminológica? 
  etc. 

Sea como sea, lo cierto es que el debate de la traducción de los neologismos entre los traductores, es un debate abierto que mucho tiene que ver con el tipo de documento a traducir y el objetivo comunicativo del mismo.

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